domingo, 5 de enero de 2014

CAPÍTULO V: JESÚS DE NAZARET, PERSONAJE HISTÓRICO

A. UN PERSONAJE MUY SUGESTIVO

Existe una persona que durante veinte siglos ha suscitado una intensa adhesión entre innumerables hombres y mujeres de las más diversas razas: esa persona es

JESUCRISTO

  • Millones de cristianos de todos los tiempos han encontrado en el ejemplo de Jesús el sentido de su vida.
  • Miles de mártires prefirieron morir antes que negar a Jesús.
  • Hombres y mujeres, en número incontable, han gastado su vida cuidando a enfermos, ancianos, leprosos…, viendo en ellos a Jesús.
  • Cientos de miles de misioneros han ido a tierras lejanas, llenas con frecuencia de peligros, para anunciar el mensaje de Jesús.
  • Innumerables mujeres y hombres se han encerrado para siempre entre las cuatro paredes de un convento para dedicar toda su vida a Jesús, todo su amor, todos sus pensamientos, toda su oración ofrecida por los demás hombres y mujeres del mundo.
  • La presencia de Jesús está extendida por toda la tierra: cruces en las cumbres de las montañas, iglesias entre rascacielos o entre los árboles de las selvas, e imágenes de Cristo blanco, negro o amarillo; cientos de millones de hombres y mujeres se consideran sus discípulos en los cinco continentes.

Ante esta realidad, ¿Es exagerado considerar a Jesús el personaje más sugestivo de todos los tiempos?


B. ¿QUIÉN ES JESÚS DE NAZARET?


(Tomado de ¿Quién es Jesucristo? B. Martin. Pp. 3-4)

Vamos a intentar contestar a la pregunta ¿Quién es Jesucristo? Esta es una pregunta de gran trascendencia, porque ella es la clave de la solución de los muchos y grandes interrogantes que se nos presentan, como éstos: ¿Qué es la vida presente? ¿Termina todo con la muerte? ¿Hay algo más allá? ¿Para qué estamos en este mundo? ¿Dónde está la verdadera felicidad?... ¿Quién nos puede resolver estos y otros muchos interrogantes que nos plantea el problema religioso? ¿Quién? Solamente Jesucristo. Y ¿quién es Jesucristo?
Un día los Apóstoles (los que Jesús había elegido) tuvieron miedo de hundirse en el mar ante una gran tormenta que se levantó y cuando las olas se echaban sobre la barca, acudieron a Él para decirle: “Sálvanos que perecemos” y Él al momento mandó al viento y dijo al mar: Calla, enmudece, y se aquietó el viento y hubo gran bonanza.(Mt 8,25-26) Los Apóstoles admirados, se decían: “¿Quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?”(Mt 8,27)
Y así leemos otros muchos hechos que realizó Jesús. Nosotros también tenemos que preguntarnos: ¿Quién es Jesús de Nazaret para que creamos en Él? Ante estos hechos se impone estudiar y conocer a Jesucristo. Él es el que todo lo sabe y todo lo puede, el que resuelve todas nuestras dudas y cura nuestras enfermedades, el que tiene la última palabra.

C. LAS FUENTES RESPECTO A LA EXISTENCIA HISTÓRICA DE JESÚS
Si queremos demostrar que Jesús es un personaje histórico, necesitamos pruebas históricas de su existencia, y esto supone aportar documentos y textos antiguos verdaderos que hablen sobre Él de modo autorizado. Son los que podríamos llamar “testigos de su existencia”.
Los documentos de la historia que nos hablan de Jesús se pueden reducir a tres fuentes: los judíos, los romanos y los cristianos tal como se expone en el siguiente esquema:

Judíos

a.- Rabínicos
1.- Talmud
2.- Oraciones litúrgicas

b.- Históricos
1.- Flavio Josefo

Romanos

a.- Históricos
1.- Plinio el Joven
2.- Tácito
3.- Suetonio

Cristianos

a.- Canónicos
1.- Los cuatro Evangelios
2.- Hecho de los Apóstoles
3.- 21 Epístolas

b.- Apócrifos
1.- Más de 50 evangelios

c.- Primeros escritores cristianos
1.- La literatura cristiana a partir del siglo I.


a) TESTIMONIOS JUDÍOS DE LA EXISTENCIA HISTÓRICA DE JESÚS
Una cosa es que oficialmente los judíos no aceptaran el mensaje de Jesús de Nazaret, su predicación de ser el Mesías, Hijo de Dios hecho Hombre, y otra muy distinta es que negaran su existencia histórica. Los judíos no pusieron nunca en duda el hecho de la existencia histórica de Jesús. Aunque a su evangelio le llamaba “Avengillajón”, que significa, “escrito malo”, no negaron la existencia histórica de Jesús.
Los escritos judíos –si exceptuamos la Biblia- eran muy escasos en tiempos de Jesús. Cabe dividirlos en dos grupos: la literatura religiosa (rabínica) y la profana (los libros de historia de Flavio Josefo). Pues bien, ambos tipos de literatura judía nos hablan de Jesús.

1. Escritos rabínicos
Cómo es lógico, los escritos que proceden de los rabinos judíos sobre Jesús son escasos y dan interpretaciones parciales e irreverentes. Así sucede, por ejemplo, en el libro llamado Talmud, uno de los principales textos religiosos judíos: “En la víspera de la fiesta de la Pascua se colgó a Jesús. Cuarenta días había pregonado el heraldo: será apedreado, porque ha practicado la hechicería y ha seducido a Israel haciéndolo apostatar. El que tenga que decir algo en su defensa, venga y dígalo. Pero, como no se alegó nada en su defensa, se le colgó en la víspera de la fiesta de la Pascua” (Talmud)

2. Escritos históricos
En concreto, el historiador judío Flavio Josefo, en sus libros “Antigüedades Judías” y “La Guerra de los judíos”, escrito a finales del siglo I, hablan de Jesús y da detalles de su vida. Llama la atención la simpatía que parece manifestar Flavio Josefo hacia la persona de Jesús.

b) DATOS HISTÓRICOS SOBRE JESÚS EN LOS ESCRITOS ROMANOS
Los romanos tomaron inicialmente a los cristianos como una simple secta judía, que por su escasa importancia no mereció su atención. Es en el siglo II cuando aparecen testimonios escritos, algunos referidos a sucesos del siglo I.
A pesar de que la figura de un hebreo, un trabajador manual que acaba su vida condenado a muerte en la cruz, no debería haber llamado la atención de los cronistas de las grandes gestas del Imperio, es de admirar que esos autores dejaron claros testimonios de la existencia de Jesús. Los más explícitos son tres:

1. Plinio el Joven (62-113)
Es gobernador de la provincia romana de Bitinia. Escribió en el año 112 al Emperador Trajano consultándole la conducta que debía seguir respecto a los cristianos, contra los que había orden de condena a muerte:
“Cayo Plinio al Emperador Trajano… Nunca he asistido a procesos contra los cristianos. Por eso desconozco qué y en qué medida suele castigarse e investigarse… si se perdona al arrepentido o si nada vale el haber dejado de serlo… si se castiga el nombre mismo, aunque carezca de acciones vergonzosas sólo los crímenes anejos al nombre?... los renegados afirman que todo su error consiste en que el día señalado, antes de salir el sol, entonan un cántico a Cristo como a Dios, en que se obligan mutuamente y con juramento no a maldad alguna, sino a no cometer hurtos, latrocinios, ni adulterios, a no faltar a la palabra dada ni a negar el depósito recibido… Yo no he hallado mal alguno, se trata de una superstición inmoderada… El contagio de esa superstición ha invadido no sólo las ciudades sino hasta los barrios y las aldeas campesinas. Pero, al parecer, aún pueden detenerse y remediarse (Plinio, Epístola 1)
Este testimonio da por sentado el origen histórico del cristianismo.

2. El historiador Tácito (54-119)
En su obra “Anales de Roma” (116), habla de los cristianos con ocasión del incendio de Roma y de la falsa acusación del emperador Nerón contra ellos:
“Nerón, con el fin de acallar el rumor que le acusaba como autor del incendio, condenó a los que el pueblo llamaba cristianos, les acusó y les persiguió con penas horribles. Tales cristianos eran odiados por sus crímenes. Su fundador, llamado Cristo, fue condenado al suplicio, imperando Tiberio, por el procurador Poncio Pilato. Esta superstición destructora, apenas se la reprimía, brotaba nuevamente, no solo por Judea, donde había nacido dicho mal, sino en la misma ciudad de Roma, adonde confluyen de todas partes. Así, pues, se comenzó por detener a los que confesaban su fe… Su ejecución fue acompañada de escarnios. Unos cubiertos de pieles de animales, eran desgarrados por los perros; otros, clavados en cruces, se iban quemando al caer el día a modo de antorchas nocturnas. De ahí que… se tenía la impresión de que no eran eliminados por conveniencia pública, sino por la crueldad de uno solo” (Tácito, Anales de Roma).
Este autor dice que los cristianos son “enemigos de la raza humana” (Anales) y les acusa de “fanáticos que llevan una vida oculta” (Carta X)

3. El historiador Suetonio (75-160)
El historiador romano Suetonio en sus dos obras, “Vida de los doce emperadores” y “Vida del emperador Claudio”, también hace claras alusiones a la persona de Jesús:
“Los cristianos, hombres pertenecientes a una nueva superstición fueron sometidos a grandes tormentos…” (Suetonio, “Vida de los doce emperadores”). “Claudio expulsó de Roma a los judíos (cristianos), los cuales bajo el impulso de Cristo han sido autores de continuas revueltas” (Suetonio, “Claudio”)
El matrimonio cristiano, Aquila y Priscila, que san Pablo encuentra en Corinto, habían sido expulsados de Roma bajo Claudio el año 52 (Hech 18,3)

D. LAS FUENTES CRISTIANAS EN TORNO A JESÚS
Evidentemente, los textos más abundantes y detallados sobre la existencia histórica de Jesús, sus palabras y sus obras, corresponden a autores cristianos, también muy cercanos en el tiempo a los hechos narrados. Para comprobar su validez como fuente histórica tendremos que analizarlos minuciosamente.
El texto más importante sobre la existencia y la vida de Jesús es el Nuevo Testamento y, en especial, los cuatro Evangelios, cuyos autores son Mateo, Marcos, Lucas y Juan. La cuestión radica en precisar el valor y la credibilidad de lo que narran los Evangelios. Las cuestiones que se plantean al respecto son tres:

a) HISTORICIDAD DE LOS EVANGELIOS
Se trata de conocer quién es el autor de cada libro y si es posible, datar la fecha en que fue escrito.

b) AUTENTICIDAD DEL TEXTO
Se trata de que nos preguntemos si lo que leemos es lo que realmente escribió el autor, o, por el contrario, se ha añadido o suprimido algo.

c) VERACIDAD
Supuesto que sepamos quién y cuándo se escribió una obra y nos conste también la autenticidad del texto, ¿cómo podemos estar seguros de que el autor es veraz, es decir, de que narra lo que realmente ocurrió?

E. LOS EVANGELIOS
La historicidad de las narraciones evangélicas está fuera de duda tal como ha demostrado la misma crítica histórica. Por ejemplo, san Lucas precisa en el momento en que Jesús inicia su predicación “El año quinto décimo del imperio de Tiberio César, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato, Tetrarca de Galilea Herodes, y Filipo su hermano, Tetrarca de Iturea y de la Traconitide, y Lisania, Tetrarca de Abilene, bajo el pontificado de Anás y Caifás, fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías…” (Lc 3,1-2). Todos estos personajes, desde el emperador romano a los reyes de Israel, son conocidos históricamente por documentos extrabíblicos.
Los cuatro Evangelios son unas biografías fragmentarias de Jesús, que no pretenden narrar con toda precisión la historia del Señor, sino que quieren enseñar la fe en la figura y en la doctrina de Jesús. Ahora bien, a pesar de que no son libros meramente históricos la persona y figura de Jesús aparece claramente descrita y no es una entelequia (= cosa irreal) perdida en la Historia Universal.
Conocemos los datos históricos que rodean su nacimiento, su vida pública y su muerte. Sabemos, que es hijo de María, que nació en Belén, que se le creía hijo de José, que era artesano, que vivió en Nazaret, que se trasladó a Cafarnaún, quiénes eran sus amigos y discípulos, etc. Más aún, el trasfondo de las narraciones evangélicas, la situación social, política y religiosa de los tiempos inmediatos a la insurrección contra los romanos por los años 60 de nuestra era, es totalmente coincidente con los datos que nos narran Flavio Josefo y Filón. La coincidencia sustancial de los datos judíos y evangélicos es notoria.
La misma sencillez de la narración, lejanísima de todo artificio literario, avala la fidelidad histórica de los hechos narrados. Los Apóstoles dan datos de la vida de Jesús para enmarcar o destacar sus afirmaciones doctrinales.
Otro claro indicio de la fidelidad histórica de los Evangelios es el empleo de frases y giros que estaban en uso en tiempos de Jesús y que en cambio desaparecen después. Expresiones como “Hijo de David”, “Hijo del hombre”, “Reino de los Cielos” en vez de “Reino de Dios”, las parábolas, las formulaciones rítmicas como la del “Padre nuestro”, etc. indican su origen arameo.
La misma descripción de la personalidad de los Apóstoles, con sus defectos tan evidentes, señalan la carencia de retoques posteriores y el deseo de narrar exactamente lo que sucedió sin intentar mitificar o encumbrar sus figuras de hombres corrientes de su tiempo: pescadores, cobradores de impuestos, etc.
Los Apóstoles son claros en sus afirmaciones históricas. En las narraciones evangélicas no aparece ni la más pequeña sombra de duda de que los hechos narrados sucedieron realmente así. Incluso las pequeñas contradicciones, número de mujeres junto a la cruz de Cristo, en el sepulcro, las horas, etc. señalan su autenticidad histórica. Cada evangelista narra lo que sabe, sin ponerse previamente de acuerdo con los otros para escribir historia coherente en todos los detalles. Eso sería un signo de falsedad histórica.
Los Apóstoles son judíos, radicalmente monoteístas, y no parece en absoluto congruente que intenten “deificar” a Jesús. Además en el mundo romano la figura del sabio es del “estoico”, impávido ante la muerte y el dolor y esta no es precisamente la descripción de los Evangelios de Jesús en el Huerto de los Olivos. Por tanto, todas las hipótesis de las escuelas racionalistas están en desacuerdo con la verdadera mentalidad de los Apóstoles, judíos de su tiempo.
Las narraciones evangélicas por su sencillez, colorido, ambiente arameizante, carencia de influencias de la filosofía religiosa dominante en el Imperio Romano, se presentan a nosotros con las garantías de la verdad histórica.
En conclusión, los datos históricos de los cuatro Evangelios son claros respecto a la figura histórica de Jesucristo.

a) ¿LOS EVANGELIOS SON HISTÓRICOS?
Un libro es histórico cuando conocemos quién fue su autor y la fecha aproximada en que fue escrito.
Con los datos que tenemos, sabemos que los tres Evangelios sinópticos – Mateo, Marcos y Lucas- fueron escritos entre el año 45 y el año 70, es decir, en fechas muy próximas a los hechos que relatan, cuando aún vivían la mayoría de los testigos de la predicación de Jesús, de su pasión, de su muerte y de su resurrección. El Evangelio de Juan se escribió a finales del siglo I. ¿Los escribieron realmente ellos?
Un autor cristiano llamado Papías, obispo de Hierápolis y discípulo de san Juan escribió un libro hacia el año 130 –sólo 60 años después de la redacción de los Evangelios- que confirma como autores de los cuatro Evangelios a Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
Poco más tarde, san Ireneo, obispo de Lyon y discípulo de san Policarpo –el cual fue discípulo directo de san Juan- atestigua que los autores de los Evangelios son Mateo. Marcos, Lucas y Juan. San Ireneo murió mártir en el año 202.
“Así, Mateo, entre los hebreos, escribió el Evangelio en la lengua de ellos (…). Después de la muerte de Pedro y de Pablo, Marcos, discípulo e intérprete de Pedro, nos comunicó por escrito las cosas que habían sido anunciadas por Pedro. Y Lucas, compañero de Pablo, puso por escrito el Evangelio que éste predicaba. Después, Juan, discípulo del Señor, el cual había recostado sobre su pecho, escribió el Evangelio residiendo en Éfeso de Asia” (San Ireneo, Contra los herejes).
Después de ellos, son innumerables los autores que atribuyen a los cuatro evangelistas los textos del Evangelio. Podemos afirmar que, en efecto, los cuatro Evangelios fueron escritos en el siglo I por Mateo, Marcos, Lucas y Juan.

b) ¿LOS EVANGELIOS SON AUTÉNTICOS?
Un libro es auténtico cuando es igual al que escribió el autor, sin cambios ni variantes. Poseemos elementos más que suficientes para poder afirmar que los Evangelios son los mismos que escribieron Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
Como puedes imaginar, no conservamos el “original” (el primer pliego donde fueron escritos) de los Evangelios, como de ninguna obra de la antigüedad. Pero conservamos muchas copias manuscritas muy antiguas, unas 6 000 en griego y más de 40 000 manuscritos antiguos procedentes de lugares muy diversos y escritos en distintas lenguas. A estos manuscritos se le llama códices.
Todo este abundante material ha sido sometido a un minucioso examen por medio de computadoras, y se ha comprobado que –con pequeñas variaciones- todos los códices dicen lo mismo.
Conservamos códices con los cuatro Evangelios completos, copiados poco más de un siglo después de la redacción original. Anteriores a esta versión completa, se conservan otros fragmentos.
Es interesante comparar la antigüedad de estos códices y papiros de los Evangelios con las copias más antiguas que se conservan de los más grandes escritores de la antigüedad, como Virgilio, Horacio, Julio César, Platón, Aristóteles, Homero, etc.
Los manuscritos más antiguos que conservamos de ellos están escritos centenares de años después de su redacción original, y el número de copias es muchísimos menor.



OBRA
FECHA DEL
ORIGINAL
FECHA DEL
MANUSCRITO MÁS ANTIGUO
DISTANCIA DE LA COPIA CON EL
ORIGINAL
Evangelio de san Juan
98-100 dC
Hacia  el  125  un
fragmento
-----30 años
Nuevo Testamento
50-100 dC
Principios s. III
------------125 años
Obras de Horacio
s. I aC
s. VIII
------------------- 900 años
Obras de Julio César
s. I aC
S. X
-------------------------- 1 100 años
Obras de Platón
s. V-IV ac
895 dC
-----------------------------1 400 años
Obras de Homero
s. VIII ac
S. XI dC
-----------------------------1 900 años

c) ¿LOS EVANGELIOS SON VERACES? 

Los Evangelios son veraces porque sus autores cuentan la verdad que conocieron. Además, los cuatro Evangelios han sido inspirador por Dios a sus autores; por tanto, los Evangelistas no pudieron equivocarse ni engañar a sus lectores. 
Los únicos que pueden decir lo que realmente ocurrió son los testigos presenciales de los hechos. De los cuatro evangelistas, dos –Mateo y Juan- estuvieron conviviendo con Jesús durante sus tres años de predicación. Los otros dos –Marcos y Lucas- pusieron por escrito lo que oyeron predicar respectivamente a Pedro y Pablo, como has leído en el texto de san Ireneo. 
Por lo tanto, todo lo que leemos en los Evangelios está escrito por testigos directos o indirectos que no escriben después de muchos años, cuando la memoria podría deformar los hechos sino pocos años después de haberlo escuchado y de haberlo predicado innumerables veces desde el día de Pentecostés. 
Las variaciones de orden, de detalles circunstanciales, de extensión, etc., entre los cuatro Evangelios no son un obstáculo para su veracidad. Al contrario, demuestran la espontaneidad de sus autores; lo extraño sería que, en años distintos, en lugares distintos y dirigiéndose a lectores diferentes, cuatro autores escribieran exactamente lo mismo. Los cuatro son testigos de un mismo hecho, pero lo relatan de modos diferentes. 


A. CRONOLOGÍA DE LA VIDA DE JESÚS 

Jesús de Nazaret existió realmente. Los testimonios históricos de la existencia de Jesús, como hemos visto, son muy variados. Vamos a seguir el itinerario de los Evangelios. 


a) NACIMIENTO 

No es fácil determinar el año del nacimiento de Jesús. Los datos son: Jesús nació en los “días del rey Herodes” (Mt 2,1). Jesús regresó de Egipto a la muerte de Herodes, reinaba Arquelao en Judea como Tetrarca (Mt 2,22). 
Teniendo en cuenta que herodes el Grande murió 4 o 5 años antes de la era cristiana, y que Jesucristo nació bajo su reinado, hemos de concluir que Jesús nació entre los 6 y 7 años antes de la era cristiana, es decir, antes de lo que habitualmente pensamos, esto significa, unos dos años, al menos, antes de la muerte de Herodes. Al afirmar que el nacimiento de Jesús fue dos años antes de la muerte de Herodes, nos apoyamos en que el rey hizo matar a todos los niños de Belén de menos de dos años. Debieron ser los Magos los que le indicaron la edad que aproximadamente tenía el niño al que iban a adorar. 
Fue un monje, Dionisio el Exiguo, que calculó en el siglo II el año del nacimiento de Jesucristo y cometió este error. 
Además, otras fechas que dan indirectamente los Evangelios (el censo de Quirino, gobernador de la Siria; Poncio Pilato, procurador de Judea) y que se conocen exactamente por la historia de Roma, confirman esta fecha. 
En conclusión Jesucristo nació 6 o 7 años antes de la era cristiana. Se desconoce el día. 


b) PRINCIPIO DE LA VIDA PÚBLICA

San Juan el Bautista comenzó a predicar el “año quinto décimo del reinado de Tiberio César” (Lc 3,1), que sucedió a Augusto el año 14 de la era cristiana, aunque ya había estado asociado al gobierno del imperio desde el año 12. Si san Lucas tomó una u otra fecha nos lleva al año 27-28 ó 26-27 de la era cristiana como inicio de la predicación pública de Jesús. Si san Lucas además tuvo en cuenta el año judío, que comienza en otoño, hay un año más de diferencia. 
Jesús tenía “unos treinta años” (Lc 3,23) cuando comenzó a predicar, que quiere indicar la madurez, por tanto, la edad del Señor debe situarse por encima de los treinta, entre los 32 ó 33 años. 


c) DURACIÓN DE LA VIDA PÚBLICA 

En el relato del Evangelio de san Juan, Jesús celebra tres Pascuas: la primera en Jerusalén, la segunda en relación a la multiplicación de los panes y la tercera la de su Pasión, y esto son años y meses como tiempo de predicación pública de Jesús. 
Los Sinópticos mencionan una sola Pascua, y esto da un año de predicación. Casi seguro que Jesús predicó algo más de dos años, como dice san Juan. Lo sabemos porque san Juan escribió su Evangelio el último y lo hizo, entre otras razones, para aclarar lo que en los otros Evangelios es confuso, como lo que estamos diciendo: las Pascuas que celebró Jesús en su vida pública. 


d) FECHA DE LA MUERTE 

Todos los evangelistas están de acuerdo que murió un viernes. San Juan precisa que “los judíos no entraron en el Pretorio para no contaminarse y poder comer la Pascua” (Jn 18,28), y por eso el día era el 14 de Nisan, día tradicional de la Pascua. 
Los cálculos astronómicos dicen que los días en que el 14 de Nisan cayeron en viernes en aquella época, son el 13 de abril del año 27; el 18 de marzo del año 29, el 7 de abril del año 30 y el 3 de abril del año 33. 
Ahora bien, también los sinópticos dicen que la Última Cena fue la cena de Pascua: “Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de morir” (Lc 22,15), y Jesús celebró la Última Cena el jueves por la noche. 
Para conciliar estas dos Pascuas –la del viernes y la del jueves- hay numerosas hipótesis. Una de ellas señala que hay dos fechas para la celebración de la Pascua, que serían el 13 de Nisan para los fariseos y el 14 de Nisan para los saduceos. 
Otra posibilidad, que se conoce después de los descubrimientos de los manuscritos del Qumram, es que en tiempos de Jesús existían dos fechas para la celebración de la Pascua: una fecha oficial, que fue viernes, el día que murió el Señor, y la tradicional o popular, que fue el jueves, día del prendimiento del Señor y Santa Cena. 
La fecha más probable de la muerte de Jesús es el 7 de abril del año 30 o el 3 de abril del año 33. 


B. LA FE DE LOS PRIMEROS CRISTIANOS 

En primer lugar, veremos lo que creían los primeros cristianos y después lo que Jesús decía de sí mismo. Los primeros cristianos manifiestan su fe en que Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre, el Mesías prometido a Israel. 
Ahora bien, ¿de dónde procede esta fe de los primeros cristianos? Ya hemos visto que la crítica racionalista atribuye la primitiva fe cristiana a causas muy diversas; que en resumen se definen así: hay que buscar una explicación natural y debe excluirse todo tipo de explicación sobrenatural. 
Pero, también estas explicaciones son insuficientes, sobre todo desde que la misma crítica histórica ha comprobado que la fecha de composición de los Evangelios es bastante más primitiva que lo que decía originalmente, que la formación de un mito requiere muchos años, y también que no es lógico que la fe brote de un infundado entusiasmo, etc. ¿No es posible que la fe de los primeros cristianos se base en hechos reales? ¿No es posible que se hayan originado realmente en la persona histórica de Jesús y en lo que Él dijo y enseñó? 
Para responder a estas interrogantes veremos en primer lugar la fe de los primeros cristianos, y después, si las verdades que ellos creen y viven están ya presentes a lo largo de la predicación de Jesús de Nazaret. 


a) LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES 

Es el libro que narra la vida de los primeros cristianos, desde la desaparición del Maestro hasta el año 62 dC. La autenticidad histórica de este libro escrito por san Lucas. Está fuera de toda duda. Las descripciones, el ambiente, los fondos sociales son absolutamente fidedignos. Por ejemplo, la narración del viaje marítimo de san Pablo, desde la Cesarea la Marítima hasta Puzzuoli en Italia, es una de las mejores y más exactas que se conservan en la literatura antigua. 
La doctrina vivida y predicada por estos primeros cristianos, además de certificar la existencia histórica de Jesús, es la siguiente: 
  • Jesús es el Cristo, el Mesías prometido. Los Apóstoles anuncian al Cristo, predestinado por Dios, el profeta anunciado, el siervo de Dios. 
  • El título de “Kirios”, el Señor, que se da sólo a Dios se da a Jesús, desde el inicio de la predicación cristiana. 
  • Los Apóstoles son testigos de la vida del Señor Jesús y como tales rechazan toda falsificación de la figura del Señor: “Por qué no fue siguiendo artificiosas fábulas como os dimos a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo, sino como quienes han sido testigos oculares de su majestad” (2 Ped 1,16). 
  • Su preocupación es ser fieles al “depósito de la fe”: “Si enseñas esto a los hermanos, serás buen ministro de Cristo Jesús, nutrido en las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido. Cuanto a las fábulas profanas y a los cuentos de viejas, deséchalos” (1 Tim 4,6). “Oh Timoteo, guarda el depósito a ti confiado, evitando las palabras vanas y las contradicciones de la falsa ciencia, que algunos profesan, extraviándose de la fe” (1 Tim 6,20-21). 
En conclusión, los primeros cristianos creían, porque lo habían vivido, que Jesús era el Mesías prometido y Dios hecho hombre. Y, además, rechazan cualquier fantasía sobre la vida de Jesús. 


b) DATOS HISTÓRICOS EN LAS CARTAS DE SAN PABLO 

San Pablo no pretende escribir una historia de Jesús, tanto es así que sus escritos son cartas escritas con ocasión de algún suceso que le interesa comentar. Se les llama, también epístolas, que es un término latino que significa cartas. 
Pues bien, a través de este testimonio epistolar, aparece como una evidente realidad histórica la persona de Jesús. La fe de san Pablo se funda en la existencia histórica de Jesús de Nazaret, que predicó un mensaje de salvación. La fe de san Pablo no es la fe de un visionario sino la fe del que predica a Jesús de Nazaret. 
San Pablo no conoció a Jesús durante su existencia terrena y, por tanto, no puede narrar detalles de la vida del Señor como los demás Apóstoles. Pero, aún así, en los escritos de san Pablo son muy frecuentes las alusiones históricas al Señor, cuya vida él conoce y presupone lógicamente que conocen sus oyentes. 
San Pablo insiste en la humanidad de Jesús, que nace en un momento determinado de la historia de los hombres “al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, bajo la Ley” (Gal 4,4). Cristo es “nacido de la raza de David, según la carne” (Rom 1,1-4). A Jesús le llama nacido de la raza de Abraham. Santiago, obispo de Jerusalén, es el “hermano del Señor” (Gal 1,19), según el modo de hablar de los judíos. 
San Pablo no quiere probar la existencia histórica de Jesús, nadie dudaba de ello; es una realidad indiscutible la de “Cristo crucificado, escándalo para los judíos y necedad para los gentiles” (1 Cor 1,23). La historia de Jesús puede ser desconcertante pero es real. Jesús “hizo la buena confesión en presencia de Poncio Pilato Poncio” (1 Tim 6,13). Describe la Pasión y Resurrección de Jesús “Cristo murió por nuestros pecados… fue sepultado, que resucitó al tercer día… y que se apareció a Cefas, luego a los Doce. Después se apareció a Santiago, y luego a todos los Apóstoles, y después de todos, como a un abortivo, se apareció a mí” (1 Cor 15,3 -8). San Pablo escribe estos hechos unos veinticinco años después de la desaparición del Maestro, cuando muchos de los testigos de la vida del Señor viven todavía y, por tanto, no es posible engañarles. 
Además, san Pablo da otros muchos datos biográficos sobre Jesús. Trata de los preceptos del Señor, que abrazó una vida de pobreza, de sujeción a la Ley, de obediencia al Padre, de santidad, que se entregó voluntariamente a sus enemigos, que instituyó la Eucaristía. Murió en Pascua, en tiempos de los Azimos. Los verdugos lo suspendieron con clavos en la Cruz, en las cercanías de Jerusalén. Sepultado, resucitó al tercer día, etc. 
En definitiva, san Pablo ofrece en su predicación un testimonio histórico sobre Jesús de Nazaret y su fe en que es el Mesías Redentor, Hijo de Dios hecho Hombre. La fe de san Pablo no ha creado la figura de Jesús, sino que Jesús es el que ha dado origen a la fe paulina.

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