Tomado de “El Comercio”. Escrito por Rocío Silva S.
“(…) el hombre más pobre del mundo es una mujer. Sí, una mujer campesina, probablemente africana, etíope o senegalesa, con varios hijos y un marido que la explota y que tiene otras mujeres en similar situación.
Esta mujer tiene un ingreso anual de 300 dólares (menos de un dólar diario en promedio). Es probablemente muy joven, quizá se casó a los trece o catorce años, y ahora a los veintidós, lleva permanentemente un hijo a la espalda mientras tritura la yuca que servirá para hacer harina, no se alimenta de esa harina sino de pan remojado en agua con azúcar.
Tienen los ojos grandes y negros, que miran sin mirar hacia el horizonte blanco. Duerme en el suelo y su cuerpo no es ni siquiera requerido para la prostitución por su delgadez, por las alimañas que lo cubren y por un cuarto o quinto embarazo.
Esta mujer debe caminar cuatro kilómetros con una carga de cincuenta kilos en la cabeza, más el niño en la espalda, el otro en el vientre.
En África las rutas no están hechas para ruedas sino para mujeres caminantes y ella viaja para comerciar por unas cuantas migajas esa harina que demoró doce horas en triturar.
Sabe que vivirá probablemente hasta los cuarenta años; tal vez menos, si algún Macro le paga una buena suma al marido y la conecta con mafias de trata de blancas en zonas desmilitarizadas de África. Si es así probablemente contraiga el SIDA en poco tiempo y muera antes de los treinta (…)”
Trascrito por: Prof. Andrés Cruzado A.